¿Recuerdan aquel ciclista
francés que en el 2002 casi se mata mientras descendía el volcán Cerro Negro a
más de 170 kilómetros por hora? Dos años después de ese accidente lo conocí
personalmente, y como periodista me tocó dar cobertura a una nueva aventura
suya en Nicaragua, y justamente en el mismo volcán.
El plan era acompañarlo y tomar
nota de cada detalle. Pero, nunca imaginé que pretender seguir el ritmo a Eric
Barone, mejor conocido como el “Barón Rojo”, era un atrevimiento para alguien
tan poco atlético como yo. Literalmente subió corriendo el volcán, con una
mochila y una bicicleta a cuesta. Le tomó 20 minutos.
¿Y yo? Bueno, me quedé a mitad
de camino, sin aliento y frustrado.
Pasaron los años y esa
experiencia se repitió en otros escenarios de la vida. Me frustraba ver lo
rápido que iban algunos y lo lento que iba yo. Todos trabajaban (y ganaban
bien) antes que yo. Todos cumplían metas antes que yo. Todos compraban carro
antes que yo. Todos tenían novia antes que yo 😄… En
fin, la lista era larga.
Luego me di cuenta que tenía un
problema serio: me costaba celebrar las victorias de aquellos que llegaban
antes. Sufría de envidia. Me costaba valorar el esfuerzo de ellos, ignorando
que -quizás- eso revelaba mi falta de diligencia. Una buena amiga dice: “Nunca
envidies cosas por las que no quisiste sacrificarte”.
Y eso sin mencionar que aquello
también manifestaba orgullo, ego, etc… Por tanto, tuve que auto confrontarme.
Debía ponerme un alto y sanar en el interior.
Poco a poco aprendí a celebrar
los éxitos de otros, y sinceramente los comencé a disfrutar, pero ¿les confieso
algo? yo me seguía sintiendo lento en relación a ellos. Sin embargo, ya no era
un tema de envidia u orgullo. No entendía los tiempos y procesos de Dios, por
eso me vivía comparando, y valoraba mi progreso sólo si éste llegaba igual que
en otros.
Mis estimados, aprendí que la
vida es más liviana cuando comenzás a disfrutar el ritmo que Dios lleva con
vos, que puede parecer más lento a tus ojos, pero es perfecto. No se trata de
llegar antes que otros, se trata de vivir de acuerdo a los tiempos de Dios.
“Trata de encontrar y hacer lo
que sea que el Señor quiere que hagas” – Efesios 5.17, BAD
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