La segunda mujer en mi vida no tiene comparación. La primera es especial y única. Pero la segunda viene de una "estirpe" en peligro de extinción.
Del mismo modo que la primera, yo no la escogí. Ella me escogió a mí. El suyo fue un amor a primera vista. De esos que nunca se olvidan en la vida.
Todos tenemos momentos inolvidables: el regalo prometido, el vídeo juego que tanto deseábamos, las travesuras de infancia y juventud...
En fin, todos recordamos algo que marcó la vida. Eso que seguramente transmitiremos a los hijos y luego a los nietos, como historias épicas.
Mi segunda mujer entra en muchos de mis recuerdos inolvidables. Ella tiene lo que a muchas le falta: la capacidad de hacer de los encuentros, una vivencia indescriptible.
Sus palabras son dulces y milagrosas. Se pueden pasar horas hablando con ella, y no cansa. Es de una normalidad que asombra. Lo que dice gusta y lo que afirma sucede.
No sé si he logrado lo que "profetizó" para mí. Pero sé que no estoy donde me dijo que nunca estaría. Siempre ha creído en mí, y no sé por qué. Nunca le dí buenas razones.
Mi abuelita, Ena Espinoza, me ha enseñado que la vida puede cambiar y sorprendernos para bien cuando la actitud supera nuestras habilidades.
Doña Ena es la segunda mujer que todos deberían encontrar. Gracias abuelita.
PSDT: Pronto hablaré de mi tercera mujer. Pueden revisar sobre la primera.
Del mismo modo que la primera, yo no la escogí. Ella me escogió a mí. El suyo fue un amor a primera vista. De esos que nunca se olvidan en la vida.
Todos tenemos momentos inolvidables: el regalo prometido, el vídeo juego que tanto deseábamos, las travesuras de infancia y juventud...
En fin, todos recordamos algo que marcó la vida. Eso que seguramente transmitiremos a los hijos y luego a los nietos, como historias épicas.
Mi segunda mujer entra en muchos de mis recuerdos inolvidables. Ella tiene lo que a muchas le falta: la capacidad de hacer de los encuentros, una vivencia indescriptible.
Sus palabras son dulces y milagrosas. Se pueden pasar horas hablando con ella, y no cansa. Es de una normalidad que asombra. Lo que dice gusta y lo que afirma sucede.
No sé si he logrado lo que "profetizó" para mí. Pero sé que no estoy donde me dijo que nunca estaría. Siempre ha creído en mí, y no sé por qué. Nunca le dí buenas razones.
Mi abuelita, Ena Espinoza, me ha enseñado que la vida puede cambiar y sorprendernos para bien cuando la actitud supera nuestras habilidades.
Doña Ena es la segunda mujer que todos deberían encontrar. Gracias abuelita.
PSDT: Pronto hablaré de mi tercera mujer. Pueden revisar sobre la primera.
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