“Yo soy
inevitable”
Lo dijo
Thanos antes de convertirse en polvo en Avengers Endgame. Y tenía razón.
Su figura en juguete se ha convertido en el objeto de deseo de mi hijo mayor.
Fue inevitable la atracción que produjo cuando lo vio en el supermercado.
Ahora,
les cuento que Andrés nunca ha sido caprichoso o demandante. No es su caso. Yo
viví la época cuando Dartanias o los Thundercats eran mis superhéroes, y creo
entenderlo un poco. Realmente lo quiere. Y le prometí que se lo regalaría para
su cumpleaños. Eso dibujó una enorme sonrisa en su rostro.
Desde entonces
hemos regresado varias veces al supermercado. Pasábamos por donde está la
figura de Thanos, y Andrés lo miraba como quien se decía por dentro: “Pronto
serás mío, mi papa lo prometió”. Pero, ya han transcurrido un par de semanas
desde la promesa, y su reacción ha cambiado.
La
última vez que fuimos le dijo a su mama con tono de preocupación: “¿Qué pasa si
mi papa se queda sin dinero para comprármelo? ¿Qué pasaría si el día que venga
a comprarlo ya no está Thanos?” … Yo lo escuché a la distancia y pensé: ¿no son
acaso las mismas preguntas que hacemos en otros asuntos de la vida?
- “¿Qué pasa si no hay respuesta a mi oración?”
- “¿Qué pasa si no se puede?”
- “¿Y si nunca veo luz al final del túnel?”
Cuando
escuché a Andrés me estaba riendo por dentro, porque ¿saben? Ya había comprado
el juguete, pero él no se dio cuenta (así que no le digan, porque aún faltan
algunos días para su cumple). O sea, se está preocupando por algo que ya está
garantizado.
A veces
pienso que Dios hace lo mismo conmigo. Sus promesas tienen fecha de
cumplimiento. Él ya tiene el regalo en sus manos, sólo me resta esperar y
confiar. ¿Tenés miedo que las promesas no se cumplan? No te preocupés, Dios no
está en crisis… Sus promesas son inevitables.
“Dios
no es un ser humano para que mienta o cambie de opinión. ¿Acaso él no hace lo
que dice, o no cumple lo que promete?” Números 23.19 - PDT
Comentarios