La orden era quitarse los zapatos, reloj, billetera,
celular y… claro, la faja del pantalón. Estaba ingresando a Estados Unidos por
el aeropuerto de Houston, y las medidas de seguridad exigen pasar por un
escáner corporal. Mientras esperaba mi turno en la fila de control, sólo
pensaba en una cosa: “Cuando me quite la faja, se me va a caer el pantalón”.
Y es que ese día usé un pantalón que me gustaba, pero
que no me quedaba. De largo era perfecto, pero de cintura alcanzaban dos
Alberto. Totalmente flojo (sí, ya sé, nunca debí usarlo). Sin embargo, pensé
que la forma para resolver el problema era zocando el pantalón con la faja y
usar una camisa por fuera. Claro, nunca consideré el escáner. ¡Bendita
ignorancia!
Finalmente tocó mi turno y ya me había despojado de
todo, menos la faja. El oficial del aeropuerto me dijo: “Quítese el cinturón,
pase frente al escáner… ¡Ah! y levante las manos”. Y pensé: “¡Ahora sí! Viajé
tan largo para que me vean los calzoncillos”. Pero, de pronto, me vino una
“genial” idea: “Voy a usar el hueso de mi pelvis para enganchar el pantalón”.
Y eso hice. Pasé frente al escáner, tomé el pantalón
desde la pretina y me lo subí lo más alto que pude, y cuando comenzó a
deslizarse, hice un movimiento de cintura para que se “enganchara” en el hueso.
Luego levanté las manos, confiado que no pasaría vergüenza ¿Y qué creen?
Funcionó. Es la ventaja de los flacos, el hueso como gancho.
¿Cuál es la lección? Bueno, aprendí que debo conocer
los sistemas de seguridad de los países que visito. Y aprendí que nunca debo
usar pantalones que no me quedan, aunque me gusten. Sí, es muy obvio, pero ¿no
les parece que nuestros mayores errores están allí, en lo obvio?
Fíjense si acaso no es la razón de nuestras deudas o
despidos de trabajos, por mencionar algunos casos. ¿Cómo así? Bueno, queremos
una vida que no podemos costearnos, llena de gustos y caprichos, y terminamos
gastando dinero que no tenemos para comprar cosas que no necesitamos, para
impresionar a personas que ni siquiera conocemos.
¿Otro ejemplo? Hay quienes aspiran a una promoción
laboral, pero fallan en algo tan básico como obvio: seguir orientaciones. Y
aunque tienen conocimiento y talento, tropiezan en lo plano. Luego se quejan
cuando no son considerados para mejores puestos.
Somos una generación que sabe mucho de Instagram, Facebook,
TikTok, YouTube, etc., pero que falla en lo elemental: administración de
recursos, perdón, humildad, fidelidad… en fin, todo lo que ya sabemos, pero no
hacemos.
Yo usaba un pantalón sólo porque me gustaba, aunque no
me quedaba. Necesitamos una vida que no sacrifique lo elemental en el altar de
lo superficial.
Comentarios