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“Bajá
la velocidad”, me pidió Anielka
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“Vamos
a llegar tarde”, le respondí
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“Mejor
tarde, pero seguros”, me advirtió
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“No
quiero llegar tarde”, alegué
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“Tenés
dos hijos”, me recordó
¿Han visto esas “amenas”
pláticas matrimoniales? Nosotros la repetimos durante casi todo ese viaje, y
como se imaginarán, nuestros tonos fueron cambiando a medida que avanzábamos en
la carretera… pero la velocidad del carro nunca cambió (o, mejor dicho, nunca
la cambié), hasta que impacté contra otro vehículo.
Han pasado algunos años desde
aquel accidente, y dichosamente sólo hubo daños materiales, pero me quedó una
lección que hubiese querido aprender de otra manera: ESCUCHAR. Piensen si acaso
no han soltado frases como: “me lo advirtieron”, “por qué no escuché”, “si le
hubiese hecho caso” …
Pero, ¿saben cuál es el
problema? Somos más fieles a nosotros mismos que a la voz del consejo; queremos
demostrar que tenemos la razón, y estamos dispuestos a morir en nuestra ley. O,
queremos demostrar que el otro está equivocado, y así disfrutar su error. De
cualquier forma, es arrogancia.
Lo más triste sucede cuando
buscamos el consejo que queremos oír, no el que necesitamos. Es la gente que busca
tu opinión para saber qué hacer en situaciones que de todas maneras ya decidió
lo que hará. En todo caso, no es consejo lo que quieren sino aprobación.
¡Uff! Sucede mucho con los
chavalos que quieren comenzar un noviazgo, con los matrimonios que tienen
conflictos o las personas que quieren licencia para seguir en sus hábitos
incorrectos. Mi estimado, no permitás que tus argumentos te impidan escuchar la
voz que necesitás oír.
A propósito, aquel accidente lo
provocó un giro indebido del otro conductor, y así lo demostraron las
autoridades correspondientes, pero eso no quitó el enorme peso de
responsabilidad que sentí, porque se pudo evitar si yo hubiese ido más lento.
No vivás con esa horrible sensación de: “Si hubiese escuchado a…”
Estoy aprendiendo que mis oídos
se sintonizan más fácilmente con aquello que cautiva mi mente y mi corazón. Lo
que te cautiva determina lo que escuchas.
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